Más adelante, Santo Tomás añade "El nombre de María significa soberana". Es evidente: a través del hecho de desaparecer, uno comienza a mandar. El verdadero soberano es aquel que no existe en cuanto ego, sino en cuanto canal: canal de la esencia. Es decir, en cuanto servidor de Dios.
Santo Tomás digo que María significa también "estrella de mar". Esto es muy hermoso: somos una estrella en mitad del océano. Esta estrella guía a los viajeros perdidos. Cada vez que estemos extraviados, nos bastará con buscar la estrella capaz de guiarnos. Tal estrella es el don de nuestra carne, porque si hay algo importante en María, es desde luego el hecho de que ella sea en carne y hueso, que posea sangre y corazón.
Alejandro Jodorowsky, Evangelios para sanar
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