jueves, 21 de abril de 2011

clorofila

El hombre tiene en el exterior la fuente de la energía moral, como ocurre con su energía física (alimento, respiración). Como normalmente la encuentra, le parece que —igual que en el ámbito de lo físico— su ser lleva en sí el principio de su conservación. Sólo la privación hace que se sienta la necesidad. Por eso, en caso de privación no puede dejar de orientarse hacia algo que sea comestible.
Un único remedio para ello: una clorofila que permitiera alimentarse de luz.


No juzgar. Todos los defectos son iguales. No hay más que un defecto: carecer de la facultad para alimentarse de luz. Puesto que abolida esa facultad, todos los defectos son posibles.
"Mi alimento consiste en hacer la voluntad del Aquél que me envía" (Jn, 4, 34).
No existe ningún otro bien al margen de esa facultad.


Simone Weil. La gravedad y la gracia.


No hay comentarios: