sábado, 14 de junio de 2008

Eva

La gran heroína de nuestro mito o de nuestra religión es Eva. Adán vivía indiferente en el Edén, brincoteando como un niño pequeño. Si hubiera permanecido ahí, hoy estaríamos en el paraíso, ni más ni menos inteligentes que unos gorilas. Nada habría pasado. Sin embargo, Eva deseó ser inteligente: fue ella quien hizo el movimiento hacia el despertar cuando escuchó a la serpiente, es decir obedeció la llamada del intelecto. Sin ella no habría habido caída y sin ésta no habría existido una ascensión. Sin Eva, María no habría existido, puesto que María equivale a su realización.

Cuando veneramos a María deberíamos también rendir homenaje a Eva y comprenderla. Si un día se realiza la toma de conciencia colectiva, será gracias a ella. Eva comió del árbol del conocimiento e hizo bien. Ahora llegamos al fin de ese árbol y debemos comer del árbol de la eternidad. Según el mito o la religión, debemos morder el fruto de la eternidad. Alcanzaremos lo eterno. Gracias a Eva, gracias a la serpiente. ("¡Oh alma, que haces de tu caída una ascensión!" dice el Dibouk, una pieza de teatro yiddish.)

Evangelios para sanar, Alejandro Jodorowsky

1 comentario:

Anónimo dijo...

Según algunos textos hebreos, EVA sería la segunda esposa de Adán, la que Dios le da cuando la primera, Lilith, le ha abandonado. EVA es, desde este punto de vista, el prototipo de mujer deseable dentro del orden patriarcal: esposa fiel y obediente, madre múltiple y sufrida; en una palabra: mujer dominada.

Un aspecto importante de EVA es su contribución a la caída. Débil, se deja tentar por la serpiente pero en su debilidad arrastra a Adán y la muerte y el pecado se introducen en el mundo por su culpa. Segundona, inferior, y por añadidura débil y culpable, con el mito de Eva se cierran las esposas que mantendrán atada de pies y manos a la mujer en adelante.

El primer paso de Reik, por supuesto, es invertir los términos: no es EVA quien nace de Adán sino al contrario. El más elemental sentido común nos indica que no podría ser de otra manera. La inversión tiene por objeto negar que Adán es hijo de una Gran Diosa, como lo fueron otros varones míticos tales como Tammuz, Osiris, Atis, etc. Invirtiendo el mito se consigue sumergir el incesto madre-hijo y permitir que emerja el incesto padre-hija.

El mito de Adán y EVA tiene resonancias también de la masculina "envidia del parto". Sigue Reik: "La historia de Eva parece decir: nosotros, los varones, también podemos dar a luz, podemos incluso engendrar hijas". (...) "Al formular esta aseveración ridícula, el mito se burla de las madres que quieren conservar a sus hijos para sí en base al hecho innegable de haberlos engendrado."

En la díada madre-hija la maternidad no es una imposición y la sexualidad femenina está liberada. Por esto EVA es el símbolo de la sexualidad femenina reprimida y de la maternidad puesta al servicio del hombre. La serpiente es una representación de la mujer prepatriarcal:

"En la figura de la serpiente al sexo femenino se le echa también la culpa del comercio sexual prohibido. Y así se levanta una barrera entre el sexo femenino simbolizado por la serpiente y un sexo femenino representado por EVA, ya sometido al dominio del varón. En la interpretación patriarcal Eva sólo nace de una costilla de Adán; surge de él como Atenea de la cabeza de Zeus. Pero la serpiente es maldecida y sólo aparece con la boca abierta a manera de vagina dentata castrante que pone en peligro la existencia de la civilización y por ello es justo que deba ser aniquilada" (Kurnitszky, Horst: La estructura libidinal del dinero-una contribución a la teoría de la femeneidad-)

María, la segunda EVA, es frecuentemente representada con una serpiente bajo sus pies.
Extractos del libro "Un Diccionario Ideológico Feminista".
Autora: Victoria Sau.
Editorial Icaria