domingo, 8 de junio de 2008

María


La más fuerte, la más sabia, la más bella. La que pudo albergar en su vientre el infinito. La que fabricó cada célula de la divinidad. La que lo alimentó con su sangre y con su perfecto amor. La que con su vagina acarició cada milímetro del cuerpo del Cristo y así lo sacralizó. Dios está hecho de su carne.

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